En Éxodo 21:23-25 dice: “Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo , diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe”
En Números 32:2 leemos: “Haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas...”
Todo el Antiguo Testamento nos habla de conquistas, castigos, enemigos. Muchas veces podemos sentirnos abrumados por la dureza y aún crueldad del proceder de reyes y profetas. Todo giraba en torno a vencer o derrotar.
Cuando El Señor Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:34-35)
Era verdaderamente un mandamiento nuevo. No se conocía el concepto de amarse unos a otros.
También la Biblia dice del Señor Jesucristo y su Obra en la Tierra:
“Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (2ª Corintios 15:53-57)
Entonces, con el Amor de Dios sobre nuestros corazones, y con la Victoria de Cristo en nuestras vidas, podremos aplicar en nuestro andar, estos versículos:
“En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos” (1ª Juan 5:2-3)
Quizás hayamos vivido circunstancias horrorosas, quizás le han sucedido situaciones de tanto dolor y maldad que no se pueden imaginar. Aún sobre ellas se puede aplicar el bálsamo del Amor de Dios. Jesús sufrió atrocidades en manos de los soldados, siendo el Santo de Dios, pero sus palabras hacia sus torturadores fueron:
“Padre, perdónalos” aplicando el mandamiento nuevo: Amor
Recordemos: Este mandamiento no se basa en sentimientos humanos, sino en la Obra directa de Dios, sanando las heridas por "su amor derramado en nosotros" (Romanos 5:5 y Tito 3:6)
