Charles Swindoll dice: “La plena recuperación exige una sanidad que lleva tiempo, y desafortunadamente no puede ocurrir sin dejar algunas cicatrices. Sin embargo, el Espíritu Santo, que conoce tan bien el contenido de nuestro corazón, puede transformar incluso el tejido cicatrizal convirtiéndolo en músculos de fe”
Hay circunstancias en la vida que nos dejan cicatrices emocionales. Pueden ser profundas o superficiales. Pueden necesitar de “internación” o de cuidado “ambulatorio”, según su magnitud. Todas ellas son evidencias de que algo ocurrió en y con nosotros.
En la Biblia hay numerosos ejemplos de personas que tuvieron graves “heridas” y cómo a pesar, o por causa de ellas, trascendieron más allá del sufrimiento y hoy podemos leer sus historias en la Palabra de Dios.
“...y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra. Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí y a ti te reservarán la vida. Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya y viva mi alma por causa de ti...E hizo bien a Abram por causa de ella; y él tuvo ovejas, vacas, asnos...” (Génesis 12:10-20)
Posiblemente las cicatrices que dejó en el alma de Sarai el hecho de ser vendida por su esposo fueron tremendas... Pero luego su vida es dada como ejemplo para las esposas de todos los tiempos (1ª Pedro 3:6)
“Y se levantó David y se fue al desierto de Parán. Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico...y aquel varón se llamaba Nabal, y su mujer Abigail. Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras... Entonces ...David... dijo:...te ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David...y Nabal respondió...¿Quién es David?...Y cuando Abigail vio a David...dijo: ...no haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal...” (1º Samuel 25)
Posiblemente las cicatrices de Abigail, luego de pasar mucho tiempo con un esposo como Nabal fueron muchas y profundas... Pero luego, ella se convierte en una de las esposas del rey David (1º Samuel 25:40-42)
“Y los bendijo Simeón y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma)...y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lucas 2:34,35,51)
Posiblemente las cicatrices de María al ver el destino de su hijo Jesús no tienen comparación con otras... Pero ella es el ejemplo supremo de mujer que nos deja la Biblia, siendo la Madre de Nuestro Salvador.
“Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1ª Pedro 1:7)
Recordemos: No sabemos las razones de las marcas que recibimos en el alma... solamente lo que podemos llegar a obtener a través de ellas...
